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La cerveza en la edad media.



Entre los países del norte y centro Europa (escandinavos, daneses, germanos…) preferían la cerveza debido a los problemas con la preserveración de esta bebida durante cualquier período largo (especialmente antes de la introducción de malta) hacía obligatorio que consumiera sobre todo fresca.


La cerveza estaba posiblemente turbia y quizás con un contenido en el alcohol más bajo que el equivalente moderno típico se calcula que el pueblo llano consumía unos 6 litros de cerveza por persona y día.


A partir del siglo XI, los monjes de los monasterios cristianos se hicieron cargo de elaborar cerveza y mejoraron la receta.


A este tipo de cerveza se la llamó cerevisa monacorum, cerveza de los monjes con denominación de origen, cuyo secreto guardaba celosamente cada fraile boticario.


Los ingredientes principales de la cerveza eran la cebada malteada, el agua y la levadura.


En ocasiones, se añadía romero y tomillo para evitar que la cerveza se estropeara (acción contra el moho y las levaduras) y para darle sabor.


Esta cerveza era turbia y contenía muchas proteínas e hidratos de carbono, lo cual la convertía en una bebida muy nutritiva, que consumían tanto campesinos como la nobleza.


Los monjes europeos refinaron el proceso e institucionalizaron el uso del lúpulo por su sabor y sus propiedades como conservante.



Antes de conocer el lúpulo, los europeos del norte utilizaban hierbas aromáticas y plantas silvestres, logrando una cerveza más ligera, de poca duración y no apta para el transporte.

En el siglo XII, el rey germano Juan Primus, conocido como Gambrinus, combatió el hambre en sus dominios a través del cultivo de la cebada, lo que impulsó enormemente la fabricación de la cerveza.


En la Edad Media, las tierras alemanas poseían cerca de 500 claustros en los que se elaboraba y comercializaba cerveza, entre otras razones porque el vino estaba prohibido en Cuaresma y lo cambiaban por cerveza.


Los duques de Baviera no sólo daban permiso a los monasterios de los monjes, sino que las monjas de los Prados de Santa Clara también elaboraron su propia cerveza.



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